Cubaperiodistas.cu destaca en este once de enero, trigésimo aniversario de su muerte, el apoyo que ella brindó a los periodistas y al trabajo de la prensa revolucionaria. Siempre fue una aliada con quien contar. Desde la lejana etapa en que comenzaron a llegar corresponsales extranjeros y cubanos a reportar que la guerrilla alzada en la Sierra Maestra existía y que estaba en condiciones de llevar adelante la guerra revolucionaria, Celia desempeñó numerosas tareas que hicieron viable las conversaciones de los periodistas con Fidel y los hombres de la guerrilla. Al empezar a atender en la Sierra Maestra los asuntos de Fidel, ella tomó conciencia del valor que tenían los documentos y los papeles con cartas o mensajes que se cursaban entre el Comandante en Jefe y sus combatientes y con los miembros del Movimiento 26 de Julio, o con oficiales del Ejército de Batista. Los periodistas que escriben sobre la historia, agradecerán eternamente la conservación, el cuidado y la organización que le dio ella a esos papeles, que hoy constituyen una fuente fidedigna de nuestro proceso revolucionario. Cuando comenzó a funcionar Radio Rebelde, su apoyo fue importante para la buena marcha de la emisora de onda corta. Ella atendió acuciosamente que llegara a tiempo la información necesaria para los noticieros. Se preocupaba por las condiciones de vida de los locutores y técnicos; y que se mantuvieran cerca del Comandante en Jefe, de modo que en medio de los azares de la guerra no se perdiera la comunicación entre ellos. Con la Revolución en el poder, en las redacciones de Revolución, Granma, Juventud Rebelde, Bohemia y otras publicaciones, hablaban de Celia como la amiga, la madrina, el mejor apoyo en la comunicación con el Comandante en Jefe. En la historia de esos medios de prensa sus visitas, conversaciones y acciones eran hechos que no se olvidan. En Granma recordamos que ella visitaba el periódico cuando se estaba preparando e imprimiendo, ya caída la noche, y con frecuencia permanecía hasta la madrugada. En muchas ocasiones se formaba una peña de actualidad con Jesús Montané, Celia Sánchez, Manuel Piñeiro, Jorge E. Mendoza (director de Granma) y otros amigos, que conversaban sobre las noticias importantes, las cuestiones que más preocupaban a Fidel y acerca de sus orientaciones, que ellos dominaban con propiedad. También analizaban asuntos que en aquel momento incidían en la opinión pública. Celia se interesaba por los problemas que afectaban al personal de la redacción y a los obreros de la rotativa y apoyaba cualquier medida que fuera en solución de sus problemas. Conocía las necesidades de equipos que tenían los fotorreporteros, y cuando se podía disponer de recursos, tomaba en cuenta las necesidades de Granma y de otros órganos de prensa, para resolverlos por la misma vía. Los gases de plomo de los linotipos de los periódicos, perjudicaban a trabajadores que podían resultar intoxicados, razón por la cual ella se preocupaba de que no faltara la leche en las cafeterías, que pudiera aportar un efecto desintoxicante. Y, desde luego, se interesaba para que la posta médica prestara la mayor atención al que se afectara. Sería interminable relatar todos los lazos que unieron a Celia con la prensa. Nunca la olvidaremos con su brújula fidelista, siempre en el rumbo correcto. Ella es parte de nuestra memoria colectiva, vive en el recuerdo y el corazón de los trabajadores de la prensa escrita, radial y televisiva, en la memoria de los jubilados de la UPEC. | ||||
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