Saber de donde venimos nos indica hacia donde vamos (+ Fotos)
Cuando en el Macondo de “Cien Años de Soledad”, las interminables lluvias comenzaron a borrar o más bien a diluir la memoria de las personas, fue necesario ponerle a los objetos más elementales su nombre escrito al lado, pues no era posible vivir sin la reminiscencia del pasado.
¿Qué seriamos sin la memoria afectiva de nuestros padres y abuelos, sin la historia de nuestros países; cómo andaríamos por la vida sin el sabor de lo que comemos en familia, sin religión, ni credos, sin tradiciones? Seriamos cualquier cosa, menos un espécimen humano.
La fuerza de la diversidad cultural de los pueblos de Latinoamérica y el Caribe se hizo sentir en un singular encuentro de Patrimonio Comunitario que durante cuatro días sesionó en la Comunidad Las Terrazas en Pinar del Río, Cuba. Esa pluralidad que nos diferencia y nos iguala a todos los americanos, fue el centro de un verdadero catálogo de costumbres, ritos, y modos de vida de la región.
Este primer encuentro, auspiciado por el Fondo Cultural del ALBA aunó a especialistas e investigadores de Bolivia, Nicaragua, Perú, Ecuador, Venezuela, México, Brasil y Cuba, quienes mostraron ponencias acerca de prácticas de apropiación social de los recursos patrimoniales, la identidad y la memoria viva en las comunidades, así como los programas metodológicos y proyectos educativos culturales.
La cita además contó con las intervenciones especiales de Renée Baptiste, ministra de Cultura de San Vicente y Granadinas; el arquitecto Jaime Urrutia, director del Centro Regional de Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial de América Latina, con sede en Perú; y Héctor Torres, presidente del Instituto de Patrimonio Cultural de Venezuela.
Hubo una detallada presentación de los vínculos cultura y comunidad, con la labor de los museos municipales de Cienfuegos, Santa Clara y La Habana Vieja, el Museo Histórico Militar Casa de Sucre, en Ecuador; el Museo Imperial y el proyecto Puntos de Memoria, ambos de Brasil, y algunos asentamientos como el municipio Buey Arriba, en Granma; el Consejo Popular Simón Reyes, en Ciego de Ávila; las comunidades venezolanas Pecaya, en el estado Falcón, y el agro museo El Tabor, ubicado en el Estado de Táchira.
Margarita Ruiz, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba, agradeció al ALBA la organización de este evento en la isla, y agregó que incluso en él participaron países que aunque no son miembros del ALBA, se han integrado a la lucha por la alternativa bolivariana para las Américas como un camino para batallar porque existan en cada uno de nuestros países textos jurídicos que apoyen en estas labores y que esas leyes deben surgir desde las comunidades.
De cómo la localidad teje su historia con hilos que van surgiendo en cada una de las generaciones que le han transitado, iniciamos una conversación con uno de los participantes a este evento, con el Señor Jaime Urrutia, Director del Centro Regional de Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial de América Latina (CRESPIAL) con sede en Perú.
Urrutia reflexionaba en su intervención acerca de los procesos de globalización, de América Latina, del regreso a la aldea global donde todos estamos, supuestamente comunicados, donde hay Internet, y telefonía móvil, y es en este momento de globalización donde precisamente las identidades locales y regionales comienzan a resurgir.
“El Estado nación es considerado hoy día por muchos como una involución, - afirmó Urrutia- cuando ese Estado, está lógicamente confeccionado por las elites de poder. Y a su vez el Estado Nación ha sido cuestionado precisamente por quienes defienden la globalización en el mundo”
Ante la pregunta de ¿cómo es posible preservar de la identidad?, Urrutia responde:
“Tenemos en América Latina un reto muy grande a pesar de que en casi todas las Constituciones se señala más menos: somos un país multilingüe y pluricultural, el único país donde la lengua originaria, el guaraní es hablado por toda la población, es Paraguay.
No existen políticas públicas, sistémicas, que favorezcan esta afirmación de las Constituciones. Entonces se nos da el caso de que la Constitución se convierte en una declaración de principios”
“Es importante reforzar memorias con identidades locales.
Cuba es un ejemplo también de grupo multicultural, pues no es lo mismo un santiaguero que un habanero, o un pinareño, guantanamero, o del centro de la isla, cada uno quiere reforzar su individualidad, y lo vemos en este evento en forma de ponencia, pero si recorres la isla lo verás en la calle”.
-¿Cómo una persona que no convive con los cubanos puede notar la diferencia?
Urrutia:
Fácil. En cada espacio se ha constituido una cultura. Las Terrazas es un excelente ejemplo de eso, incluso con una tradición.
El espacio es fundamental para la reconstrucción de una identidad a partir de un discurso histórico y elementos y vivencias personales locales, hasta nacionales.
Las transnacionales se esmeran por uniformar las culturas, pero simplemente no pueden, solo logran caricaturas de la realidad.
Cuba es uno de los países de América Latina y el Caribe más homogéneo, y sin embargo tiene diferencias entre sus propios nativos.
-¿Qué fue, en su opinión, aquello que despertó a las minorías étnicas?
Urrutia:
El cambio que ha tenido lugar en América Latina. Nuestras democracias se encuentran, por lo general, con una distancia entre poder central y las expectativas de la población.
Los recursos naturales fundamentales, por ley, son dominados y explotados por el Estado, supuestamente en pro del bien común.
En estos espacios habitan pobladores de diferentes tipos.
Por eso es que en América Latina en muchos casos surgen conflictos, porque no se han tomado en cuenta las expectativas de las personas que habitan los lugares donde están radicados esos recursos fundamentales. El Estado necesita escuchar a la población.
Existen muchos ejemplos de diferencias notables entre el Estado y la población con relación a los recursos naturales. La amazonía es uno de los ejemplos más dramáticos por la explotación de los hidrocarburos, en tanto que el Estado no reconoce a la población, no respeta los daños que esa explotación causa en los que habitan el sitio donde existen los recursos.
La concepción del futuro de un país no puede llevarse adelante si existe un desencuentro entre Estado y pobladores, si no se piensa en reproducir las tradiciones.
Es muy difícil fomentar las iniciativas de la población en este sentido si no hay una coincidencia entre la vida de la gente y las políticas públicas mayores.
Todo lo que sea espacio cultural nacional ocupa poco espacio, en presupuestos nacionales. El rubro cultural es de prioridad inferior.
No se puede, además, entender la cultura como un simple tipo de expresión, no podemos entender como culta solo a una persona que cursó estudios y cumple con los parámetros de una cultura de elite.
-Con todos esos vientos en contra, ¿qué pueden hacer esas minorías?
Urrutia:
En primer lugar hay lugares donde no son minorías como es el caso de Guatemala. Y dentro de las dificultades, tenemos que, gracias a la Convención de la UNESCO ‘Para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial’ de 17 de octubre de 2003, se establece una lista de herramientas que favorecen a las tradiciones.
Por ejemplo, para declarar alguna acción Patrimonio inmaterial de la Humanidad, se crea para ello un Comité Intergubernamental de Patrimonio inmaterial UNESCO, y es a través de esa Comisión que se decide. El actual Comité está compuesto por delegados de 5 países: Paraguay, Venezuela, Cuba, Perú y México.
Cuba tiene presentado en este momento un proyecto inmaterial de lectores de tabaquerías, que es una tradición cubana muy arraigada y conocida y que ha permanecido a lo largo de muchísimos años. Ha sido una forma de transmitir cultura desde los tiempos remotos hasta la actualidad.
.- ¿La Convención sólo hizo declaraciones a favor de lo inmaterial?
Urrutia:
Si lo vemos como pasos, y no como grandes soluciones, sí. Sucede que producto de esa convención existe el convenio 169 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que dispone ante cualquier intervención del Estado sobre un recurso natural, cumplir con el requisito indispensable de la consulta y consentimiento informado de los grupos que viven en la zona. Como es lógico, los países firmantes de esta Convención están obligados por Ley.
En esto se hace mucha trampa, como en todo, pero hoy significa una herramienta muy fuerte. Estas herramientas han fortalecido las iniciativas locales.
.- ¿Pudiéramos pensar que quede en algún lugar del planeta una cultura desconocida que no desea mezclarse con la llamada civilización?
Urrutia:
No lo creo. En este mundo, hoy día casi nada está desconocido. Se habla de la existencia de una figura legal que define a Grupos de aislamiento voluntario, que son comunidades que viven aisladas de la civilización.
.- ¿Esos grupos pueden ser agresivos ante la llegada de personas ajenas a ellos?
Urrutia:
Puede ser, si se sienten invadidos, ellos tienen una forma de vida diferente, son recolectores y cazadores, no son agricultores. Con todo lo que le hacemos al planeta todavía en la Amazonía hay espacios done se puede vivir tranquilamente de lo que la madre naturaleza da.
- ¿Cómo usted, un especialista en temas de tradiciones, identidad y cultura patrimonial, ve ese mosaico cultural que se llama Estados Unidos?
Urrutia:
Como un país con muchas identidades en un territorio de referencia común, donde se supone que las personas van en busca de un lugar donde la libertad individual es el eje de todo, pero ese es un país segmentado, y la mejor expresión de esa segmentación son las ciudades que tiene en Down Town donde hay todo tipo de identidades. Hay un barrio latino, un barrio negro, uno italiano, uno chino, uno irlandés. Esto ocurre también en Europa, pero con menos arraigo, en este sentido el mundo hispano fue mucho mas abierto que el sajón. Desde otro ángulo, el fenómeno Obama es un ejemplo de que ese país ha tenido una aceptación de cómo cambian las cosas.
Como un país con muchas identidades en un territorio de referencia común, donde se supone que las personas van en busca de un lugar donde la libertad individual es el eje de todo, pero ese es un país segmentado, y la mejor expresión de esa segmentación son las ciudades que tiene en Down Town donde hay todo tipo de identidades. Hay un barrio latino, un barrio negro, uno italiano, uno chino, uno irlandés. Esto ocurre también en Europa, pero con menos arraigo, en este sentido el mundo hispano fue mucho mas abierto que el sajón. Desde otro ángulo, el fenómeno Obama es un ejemplo de que ese país ha tenido una aceptación de cómo cambian las cosas.
Defender las identidades es algo muy saludable para los pueblos, reafirma Urrutia. Convivir estos días aquí en Cuba, y asistir a este evento propiamente en la Comunidad de Las Terrazas, me ha hecho corroborar que la mejor forma de definir nuestra región es la de verla como el acto de entrar a una enorme cancha de Fútbol con múltiples puertas donde todas nos conducen a un terreno común.
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