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Estrella Occidental

Ciclones de peculiares llegadas a Pinar del Río





Escrito por Elena Milián Salaberri   
Viernes, 25 de Junio de 2010 13:01
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El huracán Gustav en su trayectoria sobre Pinar del Río
La actual etapa ciclónica, pronosticada activa por los especialistas, trae a la mente de pobladores y expertos el arribo casi aparejado de múltiples ciclones a la provincia de Pinar del Río, afectada por 150 de ellos, de 1900 a la fecha.

De acuerdo con investigaciones del meteorólogo Ernesto Castaño García, durante ese período tales fenómenos meteorológicos llegaron al territorio en el mismo mes en 10 temporadas, en tanto agosto y septiembre encabezan los reportes con tres dúos de tormentas de mayor o menor intensidad, respectivamente.

En los años 1914, 1933 y 1938, agosto registró huracanes de a pares, y por su parte en septiembre las nefastas parejas se hicieron sentir en 1901, 1909 y 1924, mientras iguales hechos ocurrieron en junio de 1936, julio de 1970 y octubre de 1969 y 1975.

Sin embargo, las curiosidades no terminan ahí, pues aunque en distintos meses, otros meteoros castigaron la provincia en lapsos de pocos días, como Isidore y Lili, uno el 20 de septiembre y el segundo, el primero de octubre, ambos en 2002.

Más reciente fue el caso de los huracanes de gran intensidad Gustav e Ike, el 30 de agosto y nueve de septiembre de 2008, con la particularidad de que los expertos consideran a Gustav uno de los de mayor potencia destructiva en la historia del país.

Su gran magnitud causó récord con un vendaval de 340 kilómetros por hora, en la estación de Paso Real de San Diego, entre otros perjuicios.

Si bien el año 2009 tuvo poca actividad en el área, gracias en parte al fenómeno del Niño, cuyos vientos impiden o retrasan el desarrollo de sistemas tropicales, los habitantes de la provincia más occidental de Cuba, con vasta experiencia en el enfrentamiento de ciclones tropicales, vuelven a estar alertas.

Según especialistas de la Universidad de Colorado, en 2010 surge la Niña, de impacto en el enfriamiento de las aguas del Océano Pacífico que, sumado a las altas temperaturas de las aguas del Atlántico, favorecen el pronóstico de un año huracanado.

 

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