The Lancet publica impactante investigación sobre quemaduras por fósforo blanco en Gaza
Loai Nabil Al Barqouni, Sobhi I Skaik, Nafiz R Abu Shaban, Nabil Barqouni
Traducido por Manuel Talens
The Lancet
En enero de 2009, un varón de 18 años fue ingresado en el departamento de urgencias tras sufrir un ataque con un obús incendiario. Presentaba muchas zonas cutáneas dolorosas de quemaduras profundas, rodeadas de tejido despedazado. Sus heridas abarcaban el 30% de la superficie corporal y estaban distribuidas en ambos miembros superiores e inferiores, así como en el hombro derecho. No había signos de quemaduras por inhalación. Una vez hecho el diagnóstico de quemaduras por fósforo blanco se aseguró la permeabilidad de las vías respiratorias, se instaló un gotero intravenoso para la administración de líquidos y se irrigaron las heridas con una solución diluida de bicarbonato sódico antes de aplicar apósitos húmedos.
Un día después de la admisión hospitalaria en la unidad de quemados, se observó la aparición de humo blanco que emanaba de las heridas, las cuales contenían abundante tejido necrótico y se habían extendido al tejido subcutáneo (Figuras A y B). Se transfirió al paciente de inmediato al quirófano para desbridamiento y escisión del tejido necrótico, así como para la extracción de las partículas de fósforo blanco. Durante el desbridamiento, una partícula de fósforo blanco se desprendió de forma accidental y causó una quemadura superficial en el cuello de una enfermera. Transferimos al paciente a la unidad de cuidados intensivos para asegurar la monitorización continua de las constantes vitales y supervisar la posible aparición de trastornos electrolíticos (en particular la hipocalcemia) y de cambios electrocardiográficos (ECG). Al cabo de 8 días de hospitalización, el paciente se encontraba relativamente bien y fue dado de alta sin complicaciones sistémicas. Al cabo de 16 meses de seguimiento se envontraba bien; sin embargo, presentaba cicatrices hipertróficas ligeramente sensibles en tórax, brazo y muslo (Figuras C y D).
El fósforo blanco es un combustible sólido de color amarillo translúcido, cerúleo, que emite humo [1] y se utiliza principalmente en entornos militares e industriales. En presencia de oxígeno se inflama espontáneamente y da una llama amarilla con humo denso; sólo se extingue en ausencia de oxígeno o una vez que se consume por completo [2]. En contacto con la piel desnuda el fósforo blanco produce quemaduras químicas dolorosas [3] que, de forma característica, tienen aspecto de lesiones amarillentas, necróticas y profundas, debidas a los componentes químicos y térmicos del combustible.
Dado que el fósforo blanco posee una elevada solubilidad en los lípidos, las heridas que produce a menudo se extienden profundamente en el tejido subcutáneo, lo cual da lugar a una demora en la cicatrización. El fósforo blanco puede asimismo absorberse sistémicamente, en cuyo caso provoca un síndrome de disfunción orgánica múltiple debido a su efecto sobre los eritrocitos, los riñones, el hígado y el corazón [2,4].
Los primeros auxilios de las heridas por fósforo blanco incluyen la retirada de la ropa del paciente y la aplicación de apósitos empapados en suero salino o agua [1]. Según los estudios realizados en animales y los informes de casos clínicos, se recomienda la irrigación continua con agua en el departamento de urgencias para minimizar las complicaciones de las quemaduras [1,2,4]; asimismo, han de desbridarse las partículas de fósforo blanco lo bastante grandes como para ser identificables. Se puede aplicar una lámpara de Wood (luz ultravioleta) o una solución de sulfato de cobre al 0,5% para facilitar la extinción de las partículas incrustadas [4]. Los pacientes cuyo estado es crítico requieren la escisión del tejido necrótico e injertos de piel, así como la infusión intravenosa de líquidos para reemplazar las pérdidas y una estrecha supervisión de los electrólitos y del ECG, todo ello con el fin de evitar previsibles complicaciones tales como la hipocalcemia, la hiperfosfatemia y la arritmia cardíaca. Las quemaduras por fósforo blanco se asocian con una significativa morbilidad que a menudo necesita largas estancias hospitalarias. Los casos extremos pueden ser mortales.
No nos es posible ofrecer una estimación del número de tales casos en nuestra unidad de quemados, ya que aquella fue una situación de guerra en la que la escritura de informes estaba descartada; tales quemaduras se observan muy raramente en la práctica clínica habitual y la literatura médica disponible a propósito de casos como éste es limitada. De acuerdo con la convención de Naciones Unidas sobre Algunas Armas Convencionales, está prohibido atacar a la población civil con armas incendiarias.
Contribuyentes
Tratamiento del paciente: NS, SS, LB; redacción del informe: LB, NB. Se ha obtenido el consentimiento informado por escrito para la publicación de este caso.
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