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Estrella Occidental

Strike 3: Lazo roto (+ Foto)

27 Diciembre 2010 
Pedro Luis Lazo

Pedro Luis Lazo

No bien comenzamos a entender el castellano, los varones oímos la frase inevitable: “Los hombres no lloran”. Y crecemos oyéndola, y después se la decimos a otros niños: “loshombresnolloran, loshombresnolloran, loshombresnolloran”…

Nada, una cantaleta. Pero lo más jodido es que uno llega a creérselo de veras, y un guerrero machista le apunta con la espada cada vez que se deja conmover por una escena de película, algún verso, una canción, etcétera.

En esto pensaba mientras veía el acto de retiro del Jíbaro Lazo. De ese pitcher imprescindible de esta pelota imprescindible. Del latino que más juegos ha ganado en cualquier liga. Eso mismo: de ese “fuera de liga”.

Lazo acaba de irse, y ya empecé a extrañarlo. Es más: todos debemos extrañarlo, y no solo por el tronco de pitcher que fue, sino por esa forma suya de no parecerse nunca a los demás.

Eso es lo que a mí me gustaba de Lazo: su diferenciación del resto. En una pelota donde todos se parecen a todos -a la manera de las latas de sopa de Andy Warhol-, Lazo hacía gestos singulares, y se reía cada vez que le venía en gana, y se ofuscaba alguna que otra vez, y se metía con la gente, y aparecía entrevistado con un puro entre los dedos, y en la entrevista era capaz de decir cosas distintas.

El pinareño tiene alma de showman. Tiene el color que pone al carismático en el altar de la memoria. La misma bendición que trajeron al mundo Chocolate y Víctor Mesa; la gracia innata que no favoreció a otros personajes, para desgracia suya y, con el tiempo, delicioso banquete del olvido.

Se fue el “99″. Alto de número, de cuerpo y de talento, Lazo le dijo adiós a estos torneos donde se abrió camino con el machete de la hombría. “¿Tú me vas a batear a la hora cero? Na’, te ponchas”, “¿Te molestaste porque te arrimé la pelota? Cuídate el costillar, porque a la próxima”…

Negro todosonrisas, tipo entero, atleta natural, Lazo ha simbolizado las dos últimas décadas de este pasatiempo que queremos. Nunca le dio por asumir poses de “niño bueno” ni de “deportista modelo”. Se limitó a ser él, y lo hizo bien.

Cuando lo vi en el Capitán San Luis, me acordé del “loshombresnolloran”, y de aquella elegía de Guillén (”con la fuerte cabeza reclinada, en su guante de pitcher va Dihigo”), y de nuevo me dije “loshombresnolloran”, y así y todo -lo siento- lloré dos o tres lágrimas.

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